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Demasiado naranja diría yo


Es extraño, en mi casa no hay una sola jarra de vidrio. Siempre tomo agua desde un envase de plástico y peor aún, no soy capaz de servir en un vaso, no. Siempre he preferido tomar directamente y si, cuando era pequeño mama me regañaba por tal pecado gastronómico. Tal vez no me gusta perder tiempo en protocolos o detalles de etiqueta, o tal vez simplemente soy un haragán. Creo que la segunda opción se adapta mucho mejor a lo que soy.


Mi laptop estaba completamente descargada y al no lograr encenderla, decidí mirar un cuadro que hasta ahora no había detallado. Todos los días es lo primero que veo al entrar, irónicamente se puede decir que también es lo primero que ignoro al llegar a casa. Era un cuadro muy naranja, tal vez demasiado diría yo; tenía dos árboles, uno marchito y otro a medio hacer, lo acompañaba una tierra árida y un atardecer que te aborrece. Pronto recordé aquellos años cuando decidí dibujar, era muy bueno, incluso se podía decir que tenía talento, pero mi vida ha estado rodeada de inconsistencias. Yo no conozco de estabilidad, yo no he podido lograr algo solo para mí, incluso desde hace meses he dejado a un lado esta manía de escribir.


Es extraño, hay momentos de la vida en los que no sabes a quien echarle la culpa de tu culpa, y este era uno de esos momentos. Por años dibuje sobre cientos de hojas y malgaste decenas de pinturas, pero con el paso del tiempo lo deje a un lado. No sé a quién echarle la culpa de lo que me ha pasado, tal vez sea mía ¡Pero vamos! no tiene sentido buscar culpables cuando la víctima y el victimario son la misma persona.


Tome un sorbo de agua y recordé aquellos años donde yo me dedicaba a hacer las portadas de los cuadernos en el salón de clases. Yo podía dibujar lo que fuera, nada me quedaba grande. Siempre preferí el blanco y negro, algunos niños decían que yo le tenía miedo al color y era cierto, o bueno, lo es. El color lo cambia todo, el color perturba la sincronía del blanco y negro. El color, es una mierda.


Tal vez yo podría ser un gran pintor o al menos pude haber terminado un lienzo entero. Tal vez yo pude haber sido un gran dibujante, un caricaturista o simplemente un aficionado con un lápiz y un carbón. Es extraño, muchos hemos dejado sueños a medias, metas sin completar y con el tiempo nuestra vida se convierte en una vitrina que espera tan siquiera por una meta, no importa si esta buena o si es regular, solo importaría que lo intentáramos; pero aquí estamos, viendo cuadros que ignoramos a diario, paseando por bibliotecas imaginando ¿Cómo sería un libro con nuestro nombre a un lado?


Cuando era chico, decidí escribirme una carta para el futuro, lo tenía todo planeado. Es que yo iba a ser un futbolista nato, no iban a alcanzar las paredes para colgar mis cuadros y un par de edificios serian producto de mis elocuencias con la arquitectura. En aquella carta yo lo tenía todo planeado, iba a ser genial. Lastimosamente aquella carta nunca se me fue entregada. Entre mis tantas mudanzas se refundió. Es una blasfemia responsabilizar a una hoja de todo lo que no logre, tal vez no sea el único, tal vez muchos hemos quedado a la orilla de la vida, no hemos podido zarpar y solo hemos estado ahí, esperando que el sol caiga y el frio nos abrace. Tal vez por ello nunca he leído las cartas que me entregan, solo las dejo ahí, las contemplo de lejos y decido imaginar que tendrán escritas, ¿que contendrán esos párrafos? ¿Qué dolor o alegría viene inherente a ese trozo de papel? Tal vez por ello, yo nunca sabré lo que es escribirle a alguien desde la intimidad, desde las entrañas, desde el corazón... Yo solo he decidido escribirle a lo que no conozco, cuento historias de terceros, narro hechos que no sucedieron. Tal vez por eso, yo siempre dejo todo con un final abierto.


Algunos dicen que soy pesimista, otros más intrépidos sugieren que mis párrafos son solo lamentos de un acomplejado de la vida, de un hombre gris, de un niño callado que se convirtió en un adulto sin historias propias. Yo no lo creo así, creo fielmente que la vida ciertamente tiene momentos de gozo y alegría pero también es gris, es oscura, es lineal, es triste y no hay problema con eso, al contrario, es increíble que aun siendo el fruto de los sueños que no se lograron, podamos sonreír, podamos sentir dolor, tristeza y felicidad. Yo no creo que una vida gris sea una desgracia, no creo que aceptarlo sea aun peor.


Por cierto que he conectado la laptop y me he puesto a escribir, que increíble, tenía casi una decena de borradores que no termine, una decena de posibles éxitos o solo mediocridades más como esta. No podía dejar de mirar el cuadro naranja e incluso busque en la tienda online artículos de pintura. Ya tenía en el carrito un par de pinceles y un poco más de lápices con terminaciones en "B". Estaba decidió a comprar todo eso y dedicar mis fines de semana a pintar pero entonces empecé a dudar. No era miedo, no era desgano, no. Era esa sensación que tienes cuando te acostumbras a no hacer lo que te gusta, es que yo siempre he sobrepuesto el gusto de los demás sobre el mío, incluso en la soledad he ahogado mi capacidad de hacer lo que me gusta, tal vez por ello he aprendido a disfrutar de las actividades que llenan a los demás y mejor aún, he permitido que me llenen a mí también pero las personas son egoístas, con el tiempo creen que se merecen todo y en su euforia por la arrogancia, afirman que es un deber darles lo único que no tiene retorno, lo único que no tiene precio, lo único que no se puede devolver, el tiempo.


El tiempo es el regalo más preciado y el tesoro peor desperdiciado. El tiempo es sin duda lo único que podemos regalar y tal vez los demás ni lo noten. Como te he dicho antes, algunos afirman que el costo de estar a tu lado es el tiempo que debes dedicarle para que sea feliz, no importa si tu no lo estas.


A fin de cuentas no compre nada, vacié el carrito y decidí que algún día terminaría con esta rebeldía de escribir buscando terminar un libro.







No lamento el tiempo que he regalado, es justo dar algo cuando puedes hacerlo, es cruel no hacerlo y esperarlo a cambio. Ciertamente este escrito carece de todo sentido y está bien, a fin de cuentas si escribes algo pero no lo sientes tan siquiera en una línea, pierde sentido por completo así alegre al lector.


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