top of page
Te puede interesar...

Viajes en el tiempo




Curiosamente siempre termino en las ventanas de los autobuses del lado izquierdo, no es que lo planee o que las pida, para nada, es más bien mi sitio de partida o de llegada. Hay quienes piensan que llegar e irse son dos actos contrarios, pues no. Cuando llegas a un lugar, estas partiendo de otro. Nuestra vida simplemente pasa de un espacio a otro, nos movilizamos constantemente y aunque esto no siempre se refleja en viajes territoriales, todos nos vamos y llegamos siempre a algún lugar, algún estado o algún sentimiento.


Mirar por la ventana siempre funciona para mí, ese pequeño rectángulo de vidrio de seguridad es el templo que me ha acompañado desde pequeño. No me considero un nómada pero si en algo estoy seguro es que mi vida se ha definido en estar de país en país, de estado en estado, de casa en casa.


Recuerdo que ya eran mas de las 12:00 pm cuando me fije que en el cielo no habian mas de 15 estrellas o por lo menos no las podía apreciar desde la ventana de un autobús que como cosa rara me llevaba de un lugar a otro, un autobús que me llevaba al sitio donde esta mi trabajo, mis proyectos pero no mi vida. No había gran cantidad de nubes y aunque ignoraba el frío que hacía, no podía ignorar la frialdad con la que reflexionaba. Frialdad es una palabra que a veces es muy mal utilizada, a veces se utiliza como referencia de temperatura pero casi siempre cuando se conjuga con palabras de expresión o sentimientos se relaciona con "falta de interés" Este no era mi caso, la frialdad que me rodeaba, lejos de referirse a falta de interés, se refería a la falta de capacidad de impresionarme, la tranquilidad que tenía era como si mi reflexión hubiese llegado un tiempo atrás y frente a esta ventana yo solo chequeaba o revisaba lo que ya tenía muy claro. Las preguntas no llegaban a mi mente, no habian grandes incógnitas ni mucho menos referencias para sobre-analizar lo sucedido. Tal vez esto dio paso a lo que vendría después.


Viajar en el tiempo siempre ha sido la fantasía de la raza humana, es increíble, hemos llegado a lugares increíbles en la tierra; hemos descubierto planetas, galaxias, hemos viajado a la luna y como si fuera poco hemos enviado señales a marte en busca de recorrer horizontes nuevos. Pareciera que este planeta ya nos ha quedado pequeño. Hemos evolucionado, pasamos de usar grasa de ballena como fuente de energía hasta llegar a fuentes alternativas como el sol, el agua, el gas natural, el hidrógeno. Hemos alcanzado lo más profundo del océano, hemos migrado a través de los 5 continentes, hemos volado por encima de la atmósfera, hemos extraído el oro de la raíz de nuestras cordilleras pero nunca podremos viajar en el tiempo. Es una deuda que tenemos con nosotros mismos, fantaseamos con máquinas del tiempo, con superhéroes que rompen las barreras e incluso más de uno recuerda aquella escena donde Superman hace retroceder el tiempo mientras vuela en sentido contrario alrededor de la tierra. Los viajes en el tiempo son tal vez el deseo más grande que nunca podremos realizar y es difícil para el ser humano aceptar que tiene limitaciones, tal vez por ello hemos establecido paradigmas donde viajar en el tiempo podría cambiar drásticamente nuestro destino, nuestra vida y nuestros caminos, tal vez por ello pasamos de desear viajar en el tiempo a temer viajar y poder haber dañado algo, ese miedo increíble que si tocamos algo del pasado, nuestro presente y futuro será modificado drásticamente con consecuencias terribles y dolorosas.


Mis deseos por viajar en el tiempo tienen una característica principal, siempre he deseado viajar en el tiempo para poder abrazar a alguien una última vez. Resulta un deseo bastante básico, osea, viajar en el tiempo ¿solo por un abrazo? Tantas cosas que podríamos arreglar, tantas cosas que podríamos aprovechar, volver a hacer las cosas de manera correcta, evitar desgracias, hacer una buena jugada pero si, siempre he deseado viajar en el tiempo para abrazar a mi madre, a mi perro, a un amigo, a una pareja. Los juegos de las fases del tiempo son muy complicado como para malgastarlos en un abrazo, tal vez por eso hoy estoy tras un teclado y no haciendo grandes cosas, tal vez mi cuento del tiempo solo es una excusa para reconocer que mis oportunidades son utilizadas para cosas poco habituales.


Un abrazo se define como la acción de estrechar entre los brazos o ceñir con los brazos; también se conoce como un tipo de saludo o muestra de afecto y cariño donde se aplica leve presión sobre la otra persona. Aunque en el principio de los tiempos un abrazo denotaba expresión de cariño, hoy en día se utiliza más para consolar o manifestar apoyo o condolencia. La palabra “Abrazo” proviene del latín “Amplexus”. No sé qué significa el prefijo “Am“, pero “plexus” significa “tejer”. Y eso da pistas suficientes de lo que implica un abrazo. Algo así como “tejer” tu Energía con la del otro.


Querer viajar para conquistar abrazos puede que no sea la decisión más eficiente para un logro como lo significaría "viajar en el tiempo" pero vamos, se es bien conocido que mis intereses no son lineales, suelo fijarme en aspectos, momentos o detalles que para otros pasan desapercibidos o por lo menos es lo que me han dicho y es cierto, tantos años de vida en mi juventud me han generado un radar para fijar mi atención a situaciones de poca relevancia en el día a día. Coleccionar detalles, ondulaciones, miradas, temperaturas, tonos, gestos, movimientos e incluso respiraciones. Es un acto que realizo incluso de forma involuntaria, como la acción de respirar, ese proceso que hacemos sin estar atentos; es la acción por excelencia que he desarrollado. Volverme un coleccionista de detalles se ha vuelto mi hobby favorito, tal vez sea una forma más eficiente de recordar y guardar fichas o memorias en mi vida, una vida con muchos viajes, una vida donde las memorias son el sello que llena mi pasaporte.


Abrazos o no, logre viajar en el tiempo durante 6 días y ese día en el autobús, frente a una ventana hice la recopilación de mi viaje, de mi travesía, de mi aventura, de los lapsos donde rompí la linea del tiempo y fui contra las leyes de la física y aún más, contra las limitaciones del ser humano. No necesite una máquina, no necesite acercarme a un agujero negro, no necesite tener la velocidad de Flash para romper las barreras de las dimensiones, no. Solo tuve que volver a mi hogar, solo tuve que tomar un simple avión y en menos de 12 horas estaba en el lugar donde quería estar. No fue un viaje planeado, no fue algo calculado, ni siquiera planee que haría en ese largo viaje de corta duración, no tuve miedo en poder cambiar algo de mi realidad.


Algunos días los utilice para viajar al pasado, exactamente 2 días los utilice para viajar al pasado, no uno muy lejano, me aproxime unos meses atrás solo para ver todo desde otra perspectiva y es algo muy curioso, cuando ves todo lo que hiciste desde una grada, cuando lo ves desde la comodidad de otra óptica resulta muy fácil ver donde cometes errores, donde haces cosas positivas y donde sonreíste. De esos dos dias aprendí el significado de cometer errores, me di cuenta que los errores que cometemos no solo nos afectan a nosotros, también afectan las vidas de quienes nos rodean e incluso los errores pueden desatar errores en otras personas que efectivamente llegan a afectarnos. Los errores que cometí en mi grupo universitario fueron tan claros que en algún punto llegue a creer que yo era la víctima, que yo era el afectado, que ciego estuve, que error tan grande llegue a tener en mis narices y lo peor de todo es que no lo pude ver. A veces los errores más grandes que cometemos no vienen atados a acciones, a palabras o a comportamientos, a veces el error más grande que cometemos es el no poder ver lo que estamos haciendo, en ese momento caemos en un círculo y cuando el error da vuelta, llegamos a sentir que somos nosotros quienes sufrimos por culpa de los errores de alguien más y no es así, es el simple efecto que tiene el error en la vida de las personas, como un boomerang se devuelve y a quien más daño le hace es a nosotros y al igual que un novato, no sabemos atrapar ese boomerang y terminamos golpeados e incluso pensamos que alguien más lo lanzo para golpearnos.


El siguiente día lo utilice para tomar acción en base a los errores que cometí en el pasado, decidí que este viaje no tenía sentido aun si detectaba mis errores pero no hacía nada. La agonía llego a mi vida pues intentar modificar el pasado puede repercutir dramáticamente en el presente. Tome una hoja e hice lo que más se hacer, escribir y aquí quiero hacer una aclaratoria, para nada creo que mis escrituras sean siquiera dignas de admirar pero escribir es lo más fácil que hago, bien o mal, me sale con una naturalidad. Soy de esas personas que pueden escribir durante horas pero que no pueden pedirle el número a la muchacha que trabaja a dos cuadras y la ves todos los días, ni siquiera porque aquí tengo un acento que levanta rostros, que tiene el efecto de generar la atención de quien me escucha, pues si, prefiero escribir en solitario que tener la mínima posibilidad de conocer a alguien nuevo en este país. Al principio quería escribir algo que al leerlo en la reunión que estaba pautada para ese martes, las personas se sintieran mal, quisieran refutarme y por consiguiente yo pudiera gritarles en la cara los errores que habían cometidos pero al cabo de dos líneas me di cuenta que yo era el arje de todos esos errores, mi escrito tomo un aspecto más de disculpas que de reclamos, esas líneas me enseñaron más a mí que a cualquiera y por primera vez yo escribía pidiendo perdón y bajando la cabeza sin la intención de obtener una segunda oportunidad, por primera vez escribí algo que no me gusto y tal vez no era porque lo veía feo o mal redactado, era porque en esas líneas yo descubrí que durante mucho tiempo estuve en un lugar donde nunca hice nada positivo y que así me costara entenderlo, yo no estaba a la altura de lo que ese grupo organizado pedía; por primera vez veía como mis ganas no alcanzaban y que mis limitaciones eran muy acentuadas, que el grupo solo se detenía por mi yugo y que en el momento en el que me aleje, todo fluyo de una manera que aunque no me gustaba, era lo que el grupo quería.


Ese día espere tranquilamente en el lugar de la reunión, no tenía angustia ni desesperación y es algo raro, no soy amante de esperar y para que quede claro antes de ese día yo solo había esperado con tranquilidad, sin angustia y solo para despedirme a dos personas en toda mi vida. A mi madre el día que me fui del país cuando tenía 7 años y mi novia (cuando tenía). A esta última la esperaba para despedirla en la parada, ya fuera que iba camino a casa, al gimnasio o a otra universidad. Esperar ese día por la reunión fue muy raro pero también muy optimista, mi presente estaba cambiando con mis simples acciones y los cambios se tornaban positivos sin que yo lo buscara.


La reunión se desarrolló en un tono muy tranquilo, leímos una carta de alguien que no pudo estar presente, en realidad los puntos se llevaron sin mayor percance y al final, antes de cambiar mi pasado, me dirigí a leer aquello que había escrito; no mire a nadie mientras leía, solo tomaba pequeñas pausas para no permitir que la idea se perdiera, al final paradójicamente levante la mirada y dije " es todo ya se pueden ir" pero fui yo quien se paró y se fue. No me aleje para llorar ni mucho menos, en realidad no tenía nostalgia ni me había puesto sentimental, en cambio sentí que al salir había cambiado mi tiempo, había dado el paso que tanto necesitaba y que hasta ahora no había sido claro en mi vida. Al pasar las horas partí a casa y ese día entendí que mi viaje en el tiempo había tenía ya muchos frutos en mi presente.


El día tres y cuatro decidí viajar al presente, compartí con personas que en mi presente representan mucho más que en mi pasado y está bien, no tenía que ir atrás para cambiar nada, eran esas personas que aun con los errores que tenía antes de este viaje, daban felicidad a mi presente, no las esperaba pero disfrutaba mi tiempo junto a ellas. Paz, sonrisas y compañía eran algunos de los tesoros que había encontrado y que estuvieran en este presente sin temor a necesitar arreglar nada era algo que debía conservar, mi presente ese día fue tan bueno que despedirme de esas personas no resulto motivo de tristeza, ni siquiera porque eso significara interponer distancia entre nosotros. Despedirme de esas personas resulto ser lo mejor de todo, pues no era un adiós, era un hasta luego, un hasta luego donde cada uno tomaría su camino pero de alguna u otra forma nos acompañaríamos.


Los lapsos del tiempo siempre están acompañados de sensaciones, de emociones como el olvido por ejemplo. Hace poco leí un fragmento del diario de Marie Curie donde señalaba con desolación "Y me parece que el olvido ya viene, el horroroso olvido, que aniquila hasta el recuerdo del ser amado." Más que dolor, le tememos al olvido, aun cuando a veces deseamos olvidar algún hecho doloroso, olvidar nos da miedo, nos aterra soltar el pasado, nos llena de dudas lo difícil que es olvidar. Olvidar es el mal más grande de nuestras vidas, aun cuando estamos quebrados y deseamos olvidar, en el fondo despegarnos y "olvidar" no es algo que deseemos. No podemos olvidar fragmentos, no podemos solo borrar recuadros y es esa la dificultad de afrontar el olvido. Recordamos todo de una persona, no podemos solo olvidar los motivos de lágrimas y salvaguardar los momentos con sonrisas. En lo personal prefiero no leer las cartas que he recibido, es algo extraño, solo las guardo como el símbolo de algo que una vez se sintió, que necesito ser convertido en letra, tal vez si leyera las cartas una y otra vez, mis recuerdos empezarían a trastabillarse, tratar de enlazar una carta con los sucesos es algo muy difícil, tal vez imposible, prefiero tenerlas y verlas de lejos, contemplarlas como el símbolo de algo que tiene su espacio en mi corazón. Las cartas no son lo que dicen, son lo que se siente cuando las escribes, si alguien hoy leyera lo que en su momento yo le escribí, de seguro no entendería gran parte de lo que trae la carta, su composición estaría perdida y quedaría vulnerable a ser juzgada según los ánimos de quien la lea. Una carta tal vez nunca debería ser leída más de una vez, una carta tal vez solo debería ser el símbolo de un recuerdo, un esfuerzo imperante por vencer el olvido, un añoro, una sonrisa. Una carta debe ser un portal para recordar sin dificultad.


Por las noches durante mi viaje en el tiempo solía sentarme en mi estudio y ver de lejos las cartas, solía abrir mi álbum de fotos e intentaba recrear aquella escena que queda plasmada en un papel. Intentaba recordar lo que se sentía pero es inútil, de hecho, es el sentimiento más extraño. Observamos fotografías y recordamos lo que sentíamos con esa persona por ejemplo pero nunca podremos recordar que sentíamos esa tarde, en ese instante, con que emoción nos fotografiamos, con que intensión revelaste esa fotografía. Las fotografías son simples referencias y tal vez por ello, prefiero fotografiar momentos y no retratos. Prefiero tomar fotos sin avisar, prefiero capturar movimientos naturales y no fotos posadas, no me gustan las fotografías donde hay que esforzarse por salir bien, porque una foto para mí no significa salir bien, sino encapuchar los recuerdos, tal vez por eso la mayoría de las fotografías que tomaba a personas importantes lo hacía sin avisar, incluso difícilmente tengo una foto donde alguien salga mirando hacia la lente, por el contrario, mis fotografías tienen la manía de capturar mejillas, brazos cruzados, cabellos que descansan sobre los hombros, reflejos de luz sobre la nariz. Son tan poco usuales que al verlas me imagino que estoy reviviendo ese momento, ver las fotos que he capturado es la llave para entender que algo debí estar haciendo bien para querer guardar ese momento en la galería.


Es cierto, me encanta tomar fotografías pero detesto salir en ellas, no me gusta la idea de estar en los recuerdos de alguien y mucho menos verme en las fotografías, prefiero ver lo que veía con mis ojos, prefiero tener plasmado aquello que me interesaba, no una imagen donde salga mi sonrisa que casualmente causa un efecto de asiático en mi rostro, cuando sonrío mis ojos desaparecen y en lo personal no me gusta ese aspecto, aun cuando me encantan las sonrisas, aun cuando sonrío en varias ovaciones, no me gusta sonreír frente a la cámara, me parece que castigo a las personas con mi imagen en una foto. La sonrisa tiene un poder increíble y es raro que teniendo conciencia de ello yo decida no utilizarla para mi beneficio y es que tengo bloqueada la facultad de "utilizar mis dones". Yo de eso no tengo idea, yo no sé cómo ser un galán y cuando lanzo una sonrisa es porque de alguna manera necesito drenar lo que siento, por cierto hace varios meses entendí la diferencia que hay entre sonreírle a alguien y reírte con una persona. Cuando le sonríes a alguien, lo haces porque deseas que esa persona vea lo que causa en ti. Si diriges la sonrisa a una persona, lo haces con conciencia, quieres que ella lo note, quieres que ella capte tu alegría, pero si te ríes con una persona nada tiene que ver con lo que deseas que esa persona sepa de ti, al contrario reírte con alguien no le enseña a la otra persona lo que eres, te enseña a ti lo que esa persona está haciendo en tu vida y aunque muchas veces yo he sido presa de la sonrisa de alguien, no puedo recordar cuantas personas se han reído conmigo, cuantas personas en realidad he atrapado al punto de solo observarme y botar una sonrisa inconscientemente, tampoco es que me obsesione, pero vamos, somos humanos y todos queremos sentirnos dichosos en algún momento. A todas estas, son pocas las fotografías que tengo donde alguien salga sonriendo, pero son bastantes las sonrisas que salen de mi cuerpo cuando observo de nuevo esas fotografías.


Tal vez lo más preciso de la vida y de los viajes es que nada es preciso, lo único seguro que tenemos es que la inseguridad puede aparecer y de hecho siempre está en nuestros bolsillos. El quinto día de mi viaje no sé a dónde viaje, sin lugar a duda no tenía la intención de viajar para acomodar algo ese día, solo quería disfrutar de ese recorrido, no importaba donde paraba, no importaba si mi último día de viaje resultase un fracaso, solo importaba que estaba viajando y resulto muy satisfactorio.


Quien podría imaginar que ese día yo no iba a viajar, en realidad fue como si tuviera la oportunidad de volver a empezar, una oportunidad de vivir por segunda vez un suceso que ya mi vida había denominado como el "antes y después" de lo que yo me estaba convirtiendo. No sé si mereciera ese nuevo comienzo, tal vez el destino a veces se apiada o simplemente los comienzos no son comienzos, solo son retornos de lo que podemos llegar a lograr. Ese día tuve la sensación de que todo estaba empezando de nuevo, me hice la idea de que nada había pasado antes y que nada pasaría después. Antes de mi viaje, sentía pájaros envejecidos en mi vida, pájaros oscuros, un poco agotados, con pechugas palpitando de tanto haber volado en un trozo tan pequeño de cielo, palpitando de tantos aleteos en un espacio tan pequeño que la palabra "corta" le quedaba grande.


Escribir el quinto día de mi viaje se ha vuelto un poco tortuoso, quisiera describirlo al pie de la letra pero lo paradójico es que aquello que más recuerdo de ese día no es lo que paso ese día en si, sino como paso. En una conversación con mi amiga de la universidad le hago saber lo bien que me sentí después de ese viaje, después de ese día y un fragmento le comento "Tal vez sea mentira, tal vez solo quería sorprenderme, pero la he visto observarme, la he visto sonreír mientras yo torpemente pagaba una bebida. Prefiero pensar que lo que ese día paso no está decorado, prefiero pensar que ese día era lo que necesitaba para avanzar". Vaya, ahora que lo leo, que bien me sentí aquel día contándole lo que paso mi último día de viaje, que alegría se notan en mis letras, que luz se ve en esas líneas, una luz que estuvo mucho tiempo manchada por las sombras de una ventana que se rompió y no se reparó. Uno si escribe tonterías cuando siente o mejor dicho cuando ya no siente que la ventana está quebrada, pero de las tonterías salen grandes cosas, de las nubes cae agua y a veces le damos gracias a Dios porque el cielo está despejado. Volver a leer lo que ese día escribí mientras narraba el quinto día me ha hecho sonreír, ahí está, de nuevo sonrío y no es por mi, no es por mi hazaña, no es por mis logros. Después de un par de horas solo puedo recordar que me ha respondió esto " Me alegra muchísimo que te hayas quitado todo ese peso de encima y me alegra que hoy vayas más ligero... Me alegra que volvieras a ver a la persona de la cual nacieron tan lindos sentimientos, me alegra que no te encontraras con la persona con la que tantos dilemas tuviste y que en su momento opaco aquella persona que perdiste y que hoy encontraste de nuevo sin intentar buscarla". Es extraño como podemos encontrar tantas personas en una misma persona, es difícil entender como las personas cambiamos y nos convertimos en alguien que no éramos. Es esa la raíz de las desdichas, en ocasiones perdemos una persona y vemos cómo se va transformando en otra, observamos cómo vamos desdibujando a la persona que cautivo nuestros sentidos y en un abrir y cerrar de ojos, ambos estamos frente a personas que no podemos ni soportar. En algo tiene razón mi amiga, es una alegría que volviera a ver a la "persona" que me cautivo y que suerte es volver a ver a una persona como era antes de tener heridas, que dichoso fue volver a ver su sonrisa sin observar el peso de los errores que cometí.


Esa tarde sin duda alguna no fue un viaje al pasado, tampoco al futuro, solo era un recorrido por la cornisa de cómo pudieron ser las cosas si me la presentaran por primera vez de nuevo. Hay personas que no debemos querer más allá del "amor a primera vista". A veces tocar es dañar, es destruir, es infectar, es transformar. A veces es mejor contemplar de lejos y vivir con esa ilusión de que pasaría si lo pudiera hacer. Es mucho mejor vivir de esperanzas que de lamentos, es mejor imaginar que recordar con tristeza. Ese día entendí que nuestras heridas pudieron ser evitables, que el adiós tal vez se pudo evitar, pero ese día también entendí que aún queda magia en mi alma, que aun puedo hacer sonreír a alguien, que puedo ser lo suficientemente bueno como para despertar los buenos recuerdos de algo que hice en su momento.


No hable mucho ese día, solo sonreía en ocasiones mientras ignoraba sus preguntas acerca de mi inusual sonrisa, tenía que fingir demencia o padecerla, pues el silencio era lo que más me gustaba de estar acostado debajo de un árbol con pocas hojas. Esa tarde la única preocupación era escapar de los rayos del sol, esa tarde dure más de tres horas para solicitar un abrazo, que ridículo que mis deseos como he dicho al principio, siempre han sido viajar para poder volver a abrazar y esa tarde casi que no lo consigo; no hubo papeleo, no tuve que notariar un documento, solo tenía que pronunciar cuatro palabras "¿me regalas un abrazo?". Y aun así tuvo que caer el sol casi en crepúsculo para que lo pidiese, no quiero imaginar cómo será en el futuro pedir la mano a mi prometida.


Los besos son conexiones pero los abrazos son posesiones. En mi vida los abrazos tienen más significado que un beso. Un abrazo es complejo y puede llegar a demostrar más pasión de otra cosa; tiene el poder de unir dos almas, tiene el poder de hacer derramar lágrimas, un abrazo tiene el poder quedarte con un poquito de la energía de la otra persona. Si alguna vez abrazaste a alguien y no sentiste que le has dejado algo en su vida, entonces solo estas apretando con tus brazos. Solo en un abrazo se pueden sentir los latidos de dos personas e incluso se pueden coordinar los latidos, solo en un abrazo puedes sentir la respiración de un alma, solo en un abrazo no necesitas ver a alguien para observarla.


La tarde paso lentamente y como dos recién conocidos las hojas eran motivo de guerra. Nuestras manos nunca se juntaron y no era necesario, yo había viajado cientos de kilómetros por un abrazo y me sentía rico pues mi travesía había sido fructífera. Aún recuerdo la velocidad con que su corazón palpitaba, aún recuerdo con la velocidad que lo hacia el mío. Con un beso en la frente me despedí de ella, me abrazo y por primera vez le mentí a alguien cuando me pregunto ¿nos volveremos a ver? Respondí afirmando lo que no sabía, afirmando cuando tal vez nunca más nuestros caminos se crucen, afirmando cuando tal vez yo no vuelva a donde algún día fui feliz. Se separó y dio dos pasos, fui tras ella y me robe otro abrazo. Embarque mi retorno al presente. Ese día me salí de la línea temporal y hoy recuerdo como con algo de envidia me decía" es extraño estar aquí como si nada hubiera pasado entre nosotros dos" Hoy siento que mi viaje pudo ser más largo pero no mejor, que he logrado o que anhelaba y que no importa que pase de ahora en adelante pues mi viaje me ha enseñado que en las distancias se recuerda lo importante y se olvida lo superficial; deseo que al pasar los años, alguien recuerde este viaje en el tiempo y al verme me sonría y comparta en silencio la satisfacción que tuve al haber estado 5 días merodeando en las líneas temporales de mi vida.


Ya era el sexto día cuando estaba de nuevo en mi rutina, cuando reflexionaba y pensaba " no hace ni 24 horas que estaba disfrutando de la brisa y del sol, no hace 24 horas que pude volver a hacer sonreír a alguien", no hace 24 horas que alguien descansaba en mi pecho, por cierto uno muy cansado pero satisfecho. No hace 24 horas que estaba viajando en el tiempo.


Si quieres viajar en el tiempo no construyas una máquina, no intentes cambiar tu pasado, si quieres viajar en el tiempo algún día, no borres las fotos que quedan "mal". No botes las cartas ni elimines lo que escribiste, si quieres viajar en el tiempo no las leas tampoco, solo míralas sin abrirlas. Si quieres viajar en el tiempo abraza a alguien, bésala en la frente. Si quieres viajar en el tiempo no recuerdes, vive y sonríe de lo que aprendiste con los fracasos y aciertos que tuviste. Si quieres viajar en el tiempo no intentes arreglar tu pasado pero si cambia tu futuro, si de casualidad quieres viajar en el tiempo para reparar algo con alguien, no pidas perdón, no recuerdes ni destapes las heridas, al contrario cúralas con sonrisas, llénalas de iluminadas miradas y despídete con el corazón.









Este escrito está dedicado a las personas que estuvieron en mi viaje, estas líneas están dedicadas a las personas que se alegraron con mi presencia y desean que vuelva. Estas líneas son para las personas que al recordarme sonríen de corazón...


bottom of page