Acariciando mejillas
Las historias siempre son diferentes, muy diversas, algunas llenas de color y otras no tanto, algunas con una paleta de colores muy extensa y otras con bases en una escala de grises o en tonos sepia .Las historias siempre son diferentes, a veces son parecidas y nos recuerdan paginas ya leídas pero nadie puede decir que tiene dos historias iguales para contar, nadie puede escribir la historia que vivió dos veces, nadie puede decidir cuantas historias ha tenido.
Hay historias que tienen muy pocas páginas pero no por eso son irrelevantes, de hecho la historia más corta es la más clara, la historia que no da tantas vueltas es la historia que más se nos pega al corazón. Las historias cortas pueden pasar desapercibidas por algunos años, puede que nos parezcan irrelevantes pero llega un momento en el que una historia corta nos ha cambiado la vida, y es curioso porque la historia que escribimos nosotros no la escribimos, la vivimos, la historia que tiene cada uno de nosotros no está escrita, de hecho es muy difícil que un escritor base sus novelas en historias personales, a nadie le importa la historia que tenemos que contar. Vivir la historia es una agonía, no podemos adelantar páginas ni comernos capítulos, nadie puede decirnos que va a pasar ni podemos sacar ediciones mejoradas. La historia que contamos no es una historia, es una vida y siendo la vida tan cambiante y efímera, difícilmente sabremos cómo va a terminar.
La historia de nosotros se resume en una mirada a tus ojos, y es que me encantan. Antes solía odiar esos ojos verdes y aborrecer tu cabello que irradiaba como soles por su alrededor, odiaba esas mejillas que se quebraban con cada sonrisa y odiaba como pestañeabas sin cesar. La historia de nosotros no viene de tu físico ni de tu forma de ser, la historia de nosotros empezó porque un día alguno se levantó cinco minutos más temprano o más tarde, tal vez alguno de los dos dejo pasar el autobús o decidió esperar el próximo vagón camino al trabajo ¿Quién sabe? En realidad nadie puede saber cuándo empieza a escribir una nueva historia en la vida de alguien más, nadie pudiere imaginar que los cuentos no empiezan con "Había una vez" o que uno no decide cuando la vida trae una nueva crónica a una línea bastante perpendicular.
Creo que ese día iba un poco tarde al trabajo, no lograba combinar la corbata con el cinturón, mis líos con la moda siempre se limitaron a "ponerse lo que esté limpio y planchado". Estaba mirando por la ventana del metro, siempre suelo hacerlo o bueno solía, ahora me dedico más mirar la hora de reloj para no llegar tarde al trabajo, en fin estaba esperando tres o cuatro estaciones para bajarme, siempre miraba de reojo a quienes entraban y salían, es extraño pero pocas veces entendemos la historia o el duelo que debe estar luchando cada persona que se cruza por nuestro camino. Tu tenías el cabello de un lado, por un momento creí que ibas a asesinar a alguien con esa mirada, no mirabas a nadie fijamente y yo evitaba convencerte de que estaba observándote pero bueno, de alguna manera empiezan las historias, por cierto ¿Soy solo yo o todas las personas le bajan el volumen a la música para fijar la mirada en algún punto? Tal vez es alguna maña de mi repertorio de defectos, tal vez es alguna manía, de esas que tanto aborrecen a quienes me rodean, esas manías que nadie puede aguantar, como cuando escribo y decido no leerlo para no cambiarle nada o esas fotos donde busco algo que la imagen no puede captar.
Mis historias son muy cortas y poco estimulantes, hay quienes dicen que se trasportan a otro sitio cuando me leen pero no sé qué tan positivo sea que mis párrafos dogmen la vida de los demás en una fantasía, más cuando hasta hoy no había podido levantar siquiera tres líneas de algo que no me hubiera pasado pero aquí estoy, intentado darle vida a un blog, cambiando mis rutinas e intentado reescribir mi historia, tal vez en el futuro vea todo lo que paso por el camino que recorrí y lamente muchas cosas, lamente las personas que no me acompañaron, pero vivir la historia de nuestras vidas siempre tendrá un costo, para algunos tal vez sea un corazón roto, una carrera frustrada, un sueño que no se consiguió, para otros tal vez sea la compañía de la muerte o el rompimiento de una familia No importa el costo que causemos, no importa lo que soltamos con tal de escribir nuestra historia, lo que importa es escribirla. A veces somos nosotros víctimas de las historias de los demás, a veces necesitan botarnos para poder escribir su historia, lo curioso es que nadie puede escribir su historia sin interferir en la de alguien más, lo curioso es que ninguna historia es una isla en esta vida.
Los deseos se nos vuelven paisajes
Muchas de nuestras historias son una quimera pero de cuando en vez se convierten en realidad, muchas veces deseamos o anhelamos una historia dibujada de una manera específica, y si algo tiene la vida es que nunca nos da la historia que estamos buscando; nadie podría decir que su historia es solo la narración de lo que siempre ha imaginado, que nunca ha vivido algo fuera del guion o que su vida no tiene borrador.
Cuando era niño solía dibujar mientras mi padre realizaba sus actividades, pasaba horas llenando páginas y coloreando ideas que se me venían a la cabeza, ahora que lo pienso, cuando se es niño se le da más rienda suelta a la vida, se tiene menos preocupaciones y se cuentan historias más sencillas, no es sino hasta que entendemos lo que es crecer y entonces nuestras historias pierden color, quisiera poder volver a colorear durante horas, en fin... Cuando una ilusión se plasma en deseo y luego se convierte en realidad no sabemos cómo actuar, es confuso saber qué hacer cuando nuestros deseos se hacen realidad, es pesado mantenerlos y en el camino nos damos cuenta que muchos deseos no eran importantes, solo eran eso " deseos" siendo este el pecado general de todos nosotros. Vivir bajo los efectos del deseo es natural, doparnos con la quimera de un romance, con el eufemismo de un viaje por el cual botemos toda la rutina a la basura, todos estos pecados vienen con el hombre, vienen con el ser humano y en parte es la expresión más sencilla de que en nuestra vida, en nuestro cuerpo habita un alma, una sedienta de vivir, de correr riesgos, de vivir en una melodía, de bailar un último vals. Mi droga deseosa es la música, puedo pasar varias semanas sin prender la televisión pero no puedo pasar siquiera una hora sin escuchar música, sin escuchar la radio para ser más específicos; no me gusta la música sola, en realidad prefiero poner una emisora y escuchar lo que pide la gente, escuchar la música que cada uno de los que viven en esta ciudad demandan y no es porque sea un dedicado a las tendencias ni mucho menos, lo que pasa es que en un mundo donde cada vez nos alejamos más unos con otros, me gusta pensar que lo que estoy escuchando alguien más lo quería escuchar, me gusta entender que cada vida es diferente y de alguna forma compartir una emisora es comprender que ahí hay un espacio donde todos podemos convivir dócilmente en un mundo donde todo es cada vez más individual y personal, donde nadie quiere tener nada en común, donde todos son únicos y la masa no existe.
Los paisajes siempre están ahí, a veces los contemplamos, a veces los plasmamos en una pintura, en una fotografía o en una película pero están ahí, nadie nos los quita y de pronto pierden su magia, se nos hacen recurrentes y por alguna razón creemos merecerlos como un rey monárquico frente a sus alabadores. Lo mismo pasa con los deseos, se vuelven una rutina y llegamos a cometer la obscenidad de aborrecerlos.
Tal vez ese deseo de cambiar se trasmite a nuestros deseos y es normal, deseamos cosas distintas con el paso del tiempo y esto sucede incluso en las relaciones, decía un humorista francés " El problema es que las mujeres se casan pensando que ellos van a cambiar y los hombres se casan pensando que ellas nunca lo harán" Es muy cierto, por un lado las mujeres creen fielmente que pueden moldear a un hombre e idealizarlo del deseo a la realidad y en contraste el hombre piensa ingenuamente que la mujer siempre estará a su lado, que nada cambiara lo que ella es con él y que no importa que haga el hombre, la mujer estará ahí en las buenas y en las malas, por cierto, que son más las malas cuando se piensa así.
Un deseo se nos convierte en una paisaje cuando lo tenemos todos los días como la sombra pero entonces ya queremos pegarnos al sol para que broncee nuestra vida y elimine con ello todo punto de oscuridad de nuestra vida. Yo he sido el paisaje de varias historias y varias personas resultaron ser los paisajes en mi vida, es malo alardear de los cambios pero todo hemos tenido un deseo que se convierte en tortura y cuando por fin no nos hace más sombra hemos sentido que el peso del cual nos liberamos es inmenso y es allí donde buscamos reposar sobre otros paisajes.
Cuando empezamos a hablarnos sentí que seriamos un paisaje fugaz, que nuestros deseos eran solo producto de muchas horas de trasnocho o tal vez del cambio de horario pero henos aquí, compartiendo paisajes reales, complementando los deseos de ambos con alguna sombra pero con vista en el horizonte, puede que al final si seamos paisajes uno del otro ¿Pero que más da? Es curioso, ahora se me ha dado por hablar de "nosotros" bueno, como lo he dicho antes, " Los deseos se vuelven paisajes".
¿Qué pasa con las historias que no tienen fin?
Todo tiene un final, a veces se prolonga mucho más que otros pero los finales no significan caos; los noviazgos terminan cuando se convierte en matrimonio, el estudiante se acaba cuando obtiene su título, la juventud da paso a la adultez. Los finales a veces son cambios de nivel, son escapes o madurez de un deseo, si bien es cierto que muchas veces las historias no terminan como uno lo desea pero siendo la vida tan equilibrada, aquellas historias que terminan de forma caótica resultan ser las que nos definen, las que más nos enseñan y en parte se convierten en la catapulta para cumplir deseos importantes. Siendo el niño el padre del hombre, es sencillo concluir que no somos más que la recopilación de enseñanzas, la madurez de deseos y la acumulación del constante aprendizaje que nos dejan aquellas historias quebradas.
¿Cuál es tu historia? ¿Cuál ha sido el paisaje más doloroso? ¿Es justo aprender a costas de las historias que se quebraron? Tal vez no, pero aquí estamos, recordando deseos, llorando paisajes, pegando historias quebradas, huyendo de las sombras pero también empezando unas nuevas, sonriendo, acariciando mejillas, escribiendo tonterías...